Una
política educativa, como lo menciona el presidente de la República Enrique Peña
Nieto en su informe de gobierno (2016); es aquella que responde a las necesidades de un país por mejorar
la calidad de la educación y que éstas a su vez, lograrán ampliar el abanico de oportunidades a jóvenes
que se preparen. Se promete con ello mejores salarios y empleos dignos.
En la sociedad actual es muy difícil concebir estas
afirmaciones como ciertas, pues se observa que un título en mano no es llave de
acceso a un empleo adecuado a la profesión o a las expectativas que se tienen. Tedesco (2011), si bien menciona que la
escuela debe ser un “ambiente
artificial” donde el educando puede y debe
tener acceso a todo lo que su contexto no le provea, esto no es garantía
de que se cumpla lo mencionado por Peña Nieto pues sería necesario que más que
una Reforma Educativa existiera mejoras en la ampliación de empleos.
Ángel
Días Barriga señala que, las políticas educativas atienden a dos importantes
tensiones; la primera de ella atiende a las exigencias de un desarrollo
nacional. A partir de esta se pretende
atender las particularidades del entorno. La segunda tensión se enfoca a
globalizar valores, la cultura y la educación con el fin de evaluar o medir el
desarrollo económico y educativo para que instituciones como el Banco Mundial y
la UNESCO implanten propuestas con el fin de mejorar.
Cabe
mencionar que, este tipo de mediciones llevan a excluir o elegir quiénes son
los que “merecen” recibir educación o en su defecto qué países son los que se
apoyarán. Por ejemplo si un país muestra que su nivel medio o superior no
existe una eficiencia terminal adecuada , el Banco Mundial deja de invertir en estos
niveles y les inyecta capital a la educación básica , esto con el fin de no perder la inversión en
niveles que no muestran buenos
resultados.
Desafortunadamente
la evaluación y los resultados no son vistos como un área de oportunidad, sino
como una pauta para sancionar. Lo anterior se ejemplifica con la entrada en
vigor de la Reforma actual, esta política educativa trajo consigo el detrimento
de los derechos de los docentes, el INEE; nuestro evaluador es un instituto que
no ha dejado claros los aspectos a evaluar y las consecuencias que existirán al
obtener malos resultados, ya que como mucho se temía, la evaluación será
completada en base a un examen estandarizado y no existirán visitas para
observar la práctica ni acompañamiento personalizado al finalizar cada
evaluación.
El gobierno menciona en el discurso que los
tutores realizarán el acompañamiento, pero la realidad es otra , ya que estos
no reciben pagos a tiempo y se encuentran a expensas de si les pagarán o no por
lo que los docentes evaluados (diagnóstico/ permanencia) no se recibe el
seguimiento ni tutoría adecuada.
Considero
que, si bien es menester realizar ajustes
en la Educación Básica para ponerla a la par de las exigencias del mundo
laboral, social y familiar, se requiere que desde el ámbito educativo se
fortalezcan áreas como el lenguaje, la socialización, el aprendizaje
permanente; la integración a un mundo cambiante, como lo menciona Ken
Robinson en su video Cambiando de
Paradigmas, que el estudiante además de integrarse a la economía de su país,
tenga una identidad por su lugar de origen, pese a los cambios de este y la
globalización .
Así
mismo, creo pertinente que al llevarse a
cabo estas reformas educativas se
destinen capacitaciones para todos los maestros, pues debe existir
una congruencia entre el qué y el cómo, respetando como lo marca el acuerdo
384 que todos los docentes mantengan sus
derechos laborales, cosa que actualmente ha sido mermada.
Para
finalizar debo mencionar que la evaluación tanto de estudiantes como docentes
es verdaderamente compleja, ya que , una prueba estandarizada, no mostrará a
ciencia cierta el verdadero desenvolvimiento de un maestro en el aula con
situaciones muy específicas de su contexto , ni mostrará la competencia que tiene un alumno al resolver
situaciones de su vida fuera de la escuela , sin el acompañamiento de su tutor
o docente. Es por ello que, la evaluación debe ser vista simplemente como una
oportunidad de detectar áreas de oportunidad y que se realicen los ajustes
pertinentes y realistas en pro de la mejora educativa y no con el fin de
señalar al docente como el principal e incluso único responsable de la
educación en México.




